jueves, 25 de agosto de 2016



Parte 1: Colores misteriosos

Hace mucho, mucho, mucho tiempo nada tenía color, solo había manchas transparentes por todas partes, las personas eran invisibles, por eso se estrellaban cada rato las unas con la otras. Los animales eran muy raros, casi nunca se movían, y cuando lo hacían solo era para acercarse a una presa o al plato de la comida. Era normal sentir (eran transparentes también) a los animales abrazados los unos con los otros, por ejemplo, a veces se sentía como un perro abrazaba a un gato y ese mismo gato abrazaba a un pequeño ratón, todos eran muy perezosos.

Pasaron muchos años y todo seguía siendo transparente. Nadie había hecho nada para solucionarlo ya que eran tan perezosos como los animales.

Un día nació un niño con unos ojos muy grandes, ese niño era muy curioso, miraba por todas partes porque esperaba ver algo. Él se aburría de ver la nada, así que un día se fue por ahí, a ver qué encontraba.

Llegó a un lugar que se podría llamar “bosque”, pero no había nada ahí. De pronto, ese niño (que por cierto se llama Lucas) vio una pepita moverse rápidamente, esa pepita empezó a saltar de un lado a otro y Lucas comenzó a correr detrás de ella, la pepita no se detenía, hasta que en un punto se quedó quieta, entonces Lucas intentó agarrarla, tan pronto Lucas alargó la mano y tocó esa pepita todo tomó un color extraño para el niño, él lo llamó “azul”, cogió una flor transparente y recogió una gotita de ese “azul” misterioso, se lo puso encima a los pétalos y la flor tomó el color “azul”. De repente Lucas vio otra pepita, fue muy veloz, y a Lucas se le perdió, pero justo detrás había otra, esa se quedó completamente quieta, Lucas la tocó y saltaron chispitas, entonces Lucas gritó lo primero que se le vino a la mente,

-¡Rojo!-, a la flor le cayeron algunas chispitas de “rojo”, la raíz se volvió de ese color. Inmediatamente después otra pepita apareció, en este caso no fue necesario que Lucas tocase la pepita, solo pensó en otro nombre y todo tomó un nuevo color, “amarillo”, ¡era el color favorito de Lucas!

Por un momento él se miró a sí mismo y vio que estaba lleno de todos los colores que había encontrado, cogió algunas gotitas de “azul”, “rojo” y “amarillo” y se puso a jugar, solo lanzaba gotas al aire e imaginaba un color, todo se creaba de repente, con “rojo” y “amarillo” hizo “naranja”, con “rojo” y “azul” hizo morado, también hizo el verde.

Después de jugar un rato encontró otras dos pepitas, eran muy raras pero a Lucas le gustaron, las llamó “negro” y “blanco”, siguió haciendo combinaciones y por fin decidió ir a lo que se podría llamar “ciudad” o más bien “pueblo”, Lucas no podía ver a nadie, pero todos lo veían a él, ¿Qué hizo Lucas? Puso los baldes en el piso y los volteó, todo se llenó de color inmediatamente. Todas las personas quedaron estupefactas por todo ese reguero de “algo” que no sabían qué era ni de donde había salido.

Lucas se dispuso a ayudarlos, les explicó cómo se llamaba cada color y los diferentes grupos a los que pertenecía cada uno, como encontró primero a “azul”, “rojo” y “amarillo” entonces dijo que se llamaban “colores primarios”, y las mezclas que salían de ellos eran los “colores secundarios”.

Esos nombres los inventó a último momento, entonces, al darle nombre al grupo de los colores “blanco” y “negro” no pensó muy bien y dijo que se llamaban “colores extra”, eso tuvo que corregirlo después.

A las personas les encantaba el tema, eran mucho más alegres que antes y les gustaba aprender, ya no eran perezosos, lo cual le gustaba mucho a Lucas porque ya tenía con quienes jugar. No solo las personas se volvieron más activas, también los animales cambiaron, desde ese momento los perros tuvieron ganas de perseguir a los gatos, y los gatos tuvieron ganas de perseguir a los ratones.

Y ahora, volviendo a las personas, les gustaban tanto los colores que empezaron a hacer nuevas mezclas con los colores que tenían y salieron nuevos colores, unos muy bonitos y otros que parecían sacados de un lugar lleno de moscas. Todo el pueblo, y con el tiempo toda la tierra empezó a tener color, todo era muy hermoso.

Lucas, su familia, sus amigos y todas las personas estaban felices por el descubrimiento de los colores, pero lastimosamente, como todas las cosas, se fue olvidando el origen de los colores y la importante historia de estos.

Parte 2: ¡falta algo!

Después, Lucas miró al cielo, -¡no hay!- gritaron todos al tiempo, así que se sentaron y pensaron mucho tiempo. ¡A nadie se le ocurría cómo pintar el cielo! Nadie podía diferenciar entre el día y la noche, solamente lo que había en el piso era de colores, así que eso era lo único que veían además de las personas.

Pasaron muchísimos años hasta que Lucas dejó de existir, pasaron sus hijos, sus nietos y sus bisnietos y todavía no sabían cómo pintar el cielo.

Muchos años después, Sara, una tataranieta de Lucas supo cómo pintar el cielo, -Un cohete- se dijo a si misma, así que se preparó, llevó la comida, la ropa y lo más importante para poder colorear el cielo: La pintura. Después en 1969 viajó hacia arriba todo lo que pudo hasta que en un punto se detuvo y pintó primero lo que llamó “noche”, regó un poco de azul oscuro y salpicó gotitas blancas aquí y allá, después hizo la luna con la misma pintura blanca y con un poquito de gris, como tenía que apoyarse en la luna para poder pintarla entonces dejó lo que más tarde se llamó “cráter”.

Luego alistó el color azul para algo que llamó “día”, pero, ¡Ay, no! ¡Sara se tropezó con la pintura azul, la gris y unas gotas transparentes!, Pero ¡vaya paisaje! Empezó a llover, Sara se volteó para recoger y vio que también habían caído sus algodones de azúcar, pero no pensó mucho en eso, recogió todo y cuando se asomó para poder ver el “día”, al principio se asustó, pero, ¡miren! ¡Son los algodones!, estaban flotando y eran blancos y grises porque les había caído pintura.

Ella se quedó un rato pensando en lo lindo que era todo, luego dijo, -Tarde-. Todos los baldes se voltearon al instante, todo tenía diferentes colores, el cielo era naranja en unas partes, pero rojo en otras, y, ¡también morado!, todo era increíble.

Volvió a la tierra, miró al cielo y se dijo a sí misma –Esto es realmente increíble- todos fueron a celebrar con ella y se quedaron hasta tarde mirando el atardecer y luego las estrellas.



FIN

No hay comentarios.: